El ícono ideal

Por Rodolfo Fuentes

La construcción exitosa de un signo, de una marca, es un largo camino e involucra, además de tiempo, mucho trabajo e inversión. Implica un esfuerzo consciente y minucioso por rodear a esa frágil «criatura intangible» de valores, significados y cualidades que, capa sobre capa, vayan construyendo universalidad, reconocimiento, dándole pertinencia, personalidad semiótica. Esto es así desde la primera identidad visual reconocida, la del cristianismo, que en manos de la iglesia católica ha venido elaborando su complejo y potente repertorio simbólico desde las catacumbas del Imperio Romano. En ese mismo sentido, el nacional socialismo del Tercer Reich forjó su monolítica presencia visual, en un tiempo relativamente corto. Partiendo del importante desarrollo de la comunicación visual en Alemania a partir del fin de la Primera Guerra, Albert Speer, el arquitecto y diseñador más cercano a la esfera de poder de Hitler, contaba ya con mayores basamentos teóricos para implantar rápida y efectivamente el repertorio de símbolos, grafismos, estructuras y colores que dieron al nazismo su hasta hoy día reconocible identidad visual. Y con ella, la hegemonización y pregnancia de valores a través de un intensivo uso propagandístico.

ver nota completa…